Sesión 12/13
Página 4/7: Tema B: Del control al compromisoTema B: Del control al compromiso
Lo que se requiere especialmente en la pubertad es un comportamiento de cuidador en equilibrio entre la contención (no dejarse provocar pero sí amable, muy práctico y con los pies en la tierra) y la firmeza. Podéis dejaros muy claro a vosotros mismos como personal qué demandas pueden ser negociadas, y qué demandas o reglas de la casa están fuera de toda discusión. Es muy importante saber esto cuando vuestros límites sean puestos a prueba, así que deberían estar claros para vosotros mismos.
Una regla útil: hablad siempre a la parte adulta del adolescente – independientemente de lo infantil que os parezca que él o ella está siendo.
Los papeles “nosotros somos los cuidadores y tú eres el niño” se disuelven, así que es necesario encontrar otros modos de cooperar. Los “compromisos” pueden ser una buena idea.
Por ejemplo: “Estás creciendo y te has vuelto más competente. Eso significa que vas a tener algunas obligaciones en la casa a cambio de ciertos derechos y algo de dinero. Queremos hacer contigo un contrato donde digas lo que tienes que hacer cada día, cuánto puedes estar fuera con los amigos, y qué es lo que obtienes de nosotros, como áreas en las que te dejaremos tomar decisiones sin discusión. En ese contrato también hablaremos sobre lo que nosotros como equipo profesional deberemos hacer si tú o nosotros no cumplimos lo que hemos acordado. Así que vamos a empezar a escribirlo juntos – ¿tienes alguna sugerencia sobre lo que debemos acordar? – ¿qué es importante para ti?
Este proceso también puede planearse como un proceso de negociación y un diálogo entre el grupo de adolescentes y el equipo profesional. Por ejemplo podéis preguntar cada lunes qué actividades desean hacer los adolescentes durante la semana, y podéis hacer a alguno de ellos “colaborador” con alguna responsabilidad para la organización y el clima social de la actividad.
La importancia y las actitudes del grupo de iguales (amigos, compañeros de clase) serán con frecuencia más importantes de lo que pensáis como equipo profesional. Esto debería ser aceptado generalmente, así que vuestro papel como miembro del equipo profesional debería ser el de “alguien que escucha y habla” sobre los retos que afronta la persona joven en sus relaciones con los iguales. No siempre tenéis que sugerir soluciones, el diálogo en sí mismo y una actitud de aceptación puede ser de gran ayuda.
Una persona joven recordaba a un cuidador así: “siempre podía hablarle de cualquier cosa, y él solo me escuchaba y nunca me culpaba”.